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jueves, 22 de julio de 2010

El Poeta De La Noche Triste VI

Doy pasos sin pensar en el camino, lentamente me entrego a mi sufrimiento en este bosque sombrío y te busco en lo más profundo de la oscuridad. Podría lamentarme sin llorar, pero no, decidí lamentar tu ausencia en mi corazón, mi bella violinista, es mi perdición.
  
    El hombre de la capa camina con el viento, siente el calor de su fría brisa y se sienta bajo el árbol maldito, toma las últimas hojas de su libro eterno y grita a la luna que aparezca su única amiga…

     - Así que, el poeta de nuevo me llama- la mujer del vestido negro, emerge como una luz aparece en las tinieblas. – eres irónico amigo mío, aun tienes en tus ojos el mismo brillo, que hace dos años tuviste por la misma mujer- respondió la única amiga que, ya había olvidado su rostro detrás de las manchas oscuras del temor y del fervor.
    
    - Sabes que no tengo nadie en quien confiar… amiga mía, tú sabes cuanto la amo, sabes que entregaría mi alma a los dioses, solo para tenerla conmigo- respondió el poeta
 
   El poeta no mentía, la amaba tanto que el solo escuchar su voz le traía la vida en su corazón roto. El poeta, se había pasado los últimos meses escribiendo en el papiro del pesar, un extraño papiro místico, donde solo el poeta sabia como escribir su tristeza.
La mujer del vestido negro hizo una mueca, tomo un pedazo de corteza del árbol maldito y lo estrello contra el suelo.
   -Esto poeta, esto es lo que tienes en tu corazón: terror, ruido, tristeza y odio. Todo forma un estruendo que pronto terminara destrozándote- dijo la mujer con lágrimas en los ojos.

  El poeta solo se levanto tirando el papiro del pesar al lago, volteo a ver a la bella mujer y dejo caer lagrimas mientras suspiraba con gran temor, pues su amor lo había consumido, pero no para bien, su amor le había traído toda la desesperanza que un hombre pueda tener.
Dio un par de pasos a ciegas y escucho la melodía de la doncella, la melodía de la violinista. Sabía que se acercaba con gozo y felicidad.
El poeta se apresuro a terminar de hablar con la bella de negro, pues se estaba desvaneciendo con rapidez.
     - Amiga mía… me despido de ti, pues hoy he de irme y hundirme en el lago, me iré de este tormento de bosque, dejare que el árbol se quede solo y atormentado, y dejare que la luna te llame a ti, amiga mía… espero volver a verte- El poeta recito cada palabra con un nudo en la garganta, se despedía de su única felicidad, solo para ver si encontraría felicidad al otro lado del lago.
 La bella solo sonrió dando un adiós, y dejo que su alma se convirtiera en flores destellantes y rojas, cada una de ellas portaba luz a donde no había más de ella. Su vestido se convirtió en un manto que, cubría las estrellas en negro y en blanco. La bella del vestido negro se había ido a vivir con su último momento de felicidad.

   La violinista lentamente se acercó tocando las notas perfectas de la melancolía y tristeza.
Reposó su cuerpo en una roca gris y dejo a su talento llamar a las estrellas desaparecidas. Cada nota que tocaba, se convertía en miles de ideas, miles de sueños. Cada nota que tocaba, se convertía en lo que el poeta había añorado por años.
  El poeta se acerco sin temor y se sentó a un lado de ella, la violinista no se percato de que, quien amaba estaba junto a ella.

    - Dime hermosa violinista… ¿Qué es lo que vez en mi?- El poeta produjo sus palabras con una mirada tensa y dormida hacia abajo.
    - En ti veo lo que nadie ve, veo que amas a alguien que no sabe de ti, amas a alguien que no entiende tu por que, tu… poeta amas a alguien que no puede ser para ti- la violinista ya había dejado su violín a un lado, para escuchar las palabras del poeta, que tanto había leído en su diario.
 El poeta tomo un poco de aliento y despejo su alma de desaliento.
    -Dime violinista, ¿Por qué siempre, que te digo “te amo” haz de desvanecerte? Es mi último momento en el bosque y tu solo me miras como una persona cualquiera, hemos vivido juntos felicidad y tristeza, dime… ¿Qué es lo que tiene aquel hombre que no tenga yo?- El poeta se estremecía en cada palabra hablada, el poeta ya no temía decir lo que sentía, el poeta de verdad estaba cansado de recibir tanta tristeza y desaliento. – me he perdido por años en tu belleza, en tu cabello largo y hermoso, en tus labios, en tus besos y abrazos, me he perdido en tus ojos. Pero te anhelo tanto, que esta mascara jamás he olvidado- El poeta agrego con tristeza y enojo.
 

     La violinista volvió a tomar su violín, tocando sus malditas notas, clavando en el poeta una pizca de ira y enojo.
 El poeta se levanto quitándose el manto dejando ver su rostro después de tanto.
    - no te preocupes mas violinista, hoy me iré, dejare este lugar solo para ti, pues nuestros destinos se cruzaron… pero jamás estarán unidos- El poeta tomo a la violinista y le dio un beso en sus labios, dejo que el poder de sus versos entraran por su boca y unió ese momento en el infinito de lo eterno. El poeta dejo a la violinista en un momento de silencio, mientras el se dirigía lentamente al lago, lentamente se sumergió con una ultima sonrisa de esperanza, la violinista solo lo vio desvanecerse y toco sus labios con curiosidad, pues ella no se había percatado de lo que sentía en su melodía.
   
      El Poeta De La Noche Triste dejo unas últimas palabras escritas con sangre en lago, el último mensaje, que aparece en el sueño de la amada que lo espera… ¿Qué es? No lo se… solo puedo decirte…que su corazón no fue entregado con justicia, pues solo hizo crecer su vacío dentro de el.

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